A continuación te mostramos un hermoso relato Muisca del origen de las Esmeraldas en Boyacá:
"Fue Are el supremo dios, creador del territorio y pueblo de
los Muzos, que se detuvo después a orillas del sagrado río minero y de un
puñado de tierra formó los ídolos que llamó Fura (mujer) y Tena (Hombre), que
arrojó después a la corriente, en donde, purificados por los besos de la espuma
tomaron aliento y vida, siendo ellos, los dos primeros seres del linaje humano.
Are les dio normas de salud y de vida, inculcándoles la
libertad sin limitaciones de ninguna especie, les puso el sol, la luna y las
estrellas y para que eternamente gozaran de la tierra les concedió el privilegio
de una perpetua juventud, pero el amor debía ser único y exclusivo entre los
dos sino traería la vejez y la muerte.
Fura y Tena fueron formando el mundo de los Muzos; pasaban
años y siglos, siempre permanecían en perpetua juventud y progresiva fecundidad.
Cada Muzo, cumplidos los veinte años, escogía parcela y formaba su hogar,
plenamente libre.
Tranquila y dulce, se deslizaba la vida de los Muzos y
pasados muchos siglos la muerte rondaba al fin la juventud de Fura y Tena. Llegó
un mancebo de extraña raza en busca de una flor privilegiada y milagrosa, que
tenía en sus perfumes el alivio a todos los dolores y en sus esencias el
remedio a todas las enfermedades. Curiosamente recorría las montañas, cruzaba
los ríos, trepaba los árboles y esperaba la aurora en los más altos picachos.
Zarbi era el nombre de este raro personaje, vagó muchos días y muchas noches en
busca de la flor y convencido de la inutilidad de su empeño acudió a Fura con
la esperanza de hallar en ella un firme apoyo a sus propósitos, relatándole las
maravillosas propiedades de la planta.
Tanta fuerza de convicción puso Zarbi que la compasiva Fura
se ofreció a ayudarle a descubrir la flor y en busca de ella se fueron los dos
a la montaña, pero el sentimiento iba cambiando y el primitivo impulso de
compasión se fue extinguiendo para surgir el amor.
La acusación de la conciencia, palabra de Are que hablaba
desde la intimidad del alma tornó a Fura triste y con la tristeza diariamente
le llegaba la vejez, prueba irrefutable de infidelidad y anuncio seguro de la
muerte. Comprendió entonces Tena que la sagrada ley del único y exclusivo amor
que les impusiera Are, había sido violado por Fura y que debían morir.
Pero la infiel, en castigo, tendría que sostener en las
rodillas, durante ocho días el cadáver del esposo engañado, para así regar con
lágrimas los despojos de la inocente víctima y mirar y sufrir todo el horroroso
proceso de la descomposición humana.
Tena se hincó su macana, a manera de puñal y recostado en
las rodillas de Fura, se atravesó el corazón. Mientras su alma iniciaba la
marcha al sol, el astro que Are había puesto para animar la vida, pero antes buscó
a Zarbi y lo convirtió en un desnudo peñasco, para así poder flagelarlo con
ramales de rayos desde la mansión solar, el cielo de los Muzos.
Imágen de Fura y Tena cortesía unrinconenlahistoria
Zarbi dentro de su pétrea inmovilidad luchó por transformando
toda la sangre que le animara en un torrente de agua, que fue a inundar la
tierra de los Muzos y al contemplar a Fura con el cadáver de Tena en las
rodillas, más tormentosas se volvieron esas aguas que enfurecidas se
estrellaron contra los esposos, aislándolos para siempre y dejándolos frente a
frente, convertidos en dos peñones que se miran todavía, separados por la desbordante
corriente del río".
"Por
eso y desde entonces, los Muzos tienen además de su gran templo en el bífido
peñón de Furatena, las más ricas minas de esmeraldas, las más venenosas
serpientes y las más bellas mariposas”.