sábado, 17 de septiembre de 2016

La Leyenda de Fura y Tena

A continuación te mostramos un hermoso relato Muisca del origen de las Esmeraldas en Boyacá:

"Fue Are el supremo dios, creador del territorio y pueblo de los Muzos, que se detuvo después a orillas del sagrado río minero y de un puñado de tierra formó los ídolos que llamó Fura (mujer) y Tena (Hombre), que arrojó después a la corriente, en donde, purificados por los besos de la espuma tomaron aliento y vida, siendo ellos, los dos primeros seres del linaje humano.
 Are les dio normas de salud y de vida, inculcándoles la libertad sin limitaciones de ninguna especie, les puso el sol, la luna y las estrellas y para que eternamente gozaran de la tierra les concedió el privilegio de una perpetua juventud, pero el amor debía ser único y exclusivo entre los dos sino traería la vejez y la muerte.



Fura y Tena fueron formando el mundo de los Muzos; pasaban años y siglos, siempre permanecían en perpetua juventud y progresiva fecundidad. Cada Muzo, cumplidos los veinte años, escogía parcela y formaba su hogar, plenamente libre.
Tranquila y dulce, se deslizaba la vida de los Muzos y pasados muchos siglos la muerte rondaba al fin la juventud de Fura y Tena. Llegó un mancebo de extraña raza en busca de una flor privilegiada y milagrosa, que tenía en sus perfumes el alivio a todos los dolores y en sus esencias el remedio a todas las enfermedades. Curiosamente recorría las montañas, cruzaba los ríos, trepaba los árboles y esperaba la aurora en los más altos picachos. Zarbi era el nombre de este raro personaje, vagó muchos días y muchas noches en busca de la flor y convencido de la inutilidad de su empeño acudió a Fura con la esperanza de hallar en ella un firme apoyo a sus propósitos, relatándole las maravillosas propiedades de la planta.
Tanta fuerza de convicción puso Zarbi que la compasiva Fura se ofreció a ayudarle a descubrir la flor y en busca de ella se fueron los dos a la montaña, pero el sentimiento iba cambiando y el primitivo impulso de compasión se fue extinguiendo para surgir el amor.
La acusación de la conciencia, palabra de Are que hablaba desde la intimidad del alma tornó a Fura triste y con la tristeza diariamente le llegaba la vejez, prueba irrefutable de infidelidad y anuncio seguro de la muerte. Comprendió entonces Tena que la sagrada ley del único y exclusivo amor que les impusiera Are, había sido violado por Fura y que debían morir.
Pero la infiel, en castigo, tendría que sostener en las rodillas, durante ocho días el cadáver del esposo engañado, para así regar con lágrimas los despojos de la inocente víctima y mirar y sufrir todo el horroroso proceso de la descomposición humana.
Tena se hincó su macana, a manera de puñal y recostado en las rodillas de Fura, se atravesó el corazón. Mientras su alma iniciaba la marcha al sol, el astro que Are había puesto para animar la vida, pero antes buscó a Zarbi y lo convirtió en un desnudo peñasco, para así poder flagelarlo con ramales de rayos desde la mansión solar, el cielo de los Muzos.

                                            Imágen de Fura y Tena cortesía unrinconenlahistoria

Zarbi dentro de su pétrea inmovilidad luchó por transformando toda la sangre que le animara en un torrente de agua, que fue a inundar la tierra de los Muzos y al contemplar a Fura con el cadáver de Tena en las rodillas, más tormentosas se volvieron esas aguas que enfurecidas se estrellaron contra los esposos, aislándolos para siempre y dejándolos frente a frente, convertidos en dos peñones que se miran todavía, separados por la desbordante corriente del río".

"Por eso y desde entonces, los Muzos tienen además de su gran templo en el bífido peñón de Furatena, las más ricas minas de esmeraldas, las más venenosas serpientes y las más bellas mariposas”.

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